Auguste Rohling - El judío talmudista


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Auguste Rohling - El judío talmudista


Introducción
A mis queridos hermanos en Jesucristo.
Antes de publicar esta obra tengo que hacer esta declaración: Hace ya algunos años que apareció en Münster (Westfalia) una obra del abad Rohling, titulada "Dar Tálmud-Jude". El libro causó gran sensación, pero no gozó de una larga existencia. La judería, con su formidable potencia, se puso en movimiento para provocar por parte de las autoridades la rápida confiscación. Como motivo de este acto de violencia, se alegó que el libro contenía algunos errores, que eran sin embargo insignificantes.
Durante 10 años me he tomado la molestia de someter este libro a un profundo examen y, después de haberlo rehecho totalmente y corregido las fuentes, lo presento de nuevo a la consideración del pueblo cristiano. No es el odio al judaísmo lo que me ha incitado a este trabajo, sino únicamente la piedad hacia mis hermanos cristianos. El estudio de la literatura religiosa judía y las experiencias que he tenido durante mi ministerio pastoral de 40 años, me han hecho conocer en toda su extensión los grandes peligros que los actos judíos deparan a la fe y a la fortuna de nuestros hermanos cristianos. Yo estoy viejo y enfermo; espero el momento en el que entraré en una vida mejor. Pero antes de dejar esta vida, a la hora de mi muerte, experimentaría un consuelo indecible si pudiera pensar que mis palabras han servido para convencer a mis hermanos cristianos del gran peligro de la judería que amenaza su fe, vida, honor y fortuna.

Monte Giuliano, 15 de julio de 1888.
Abad M. de LAMARGUE


Auguste Rohling - Le Juif-Talmudiste
À mes chers frères en Jésus-Christ
Talmud - PDF


juif_araignee.jpgPrólogo a la edición española

Editado por primera vez en 1888 y después en 1936, el libro "El Judío Talmudista" es una obra polémica que en determinadas épocas ha podido compararse a los famosos "Protocolos de los Sabios de Sión".
En esta ocasión, como también se hizo con la segunda edición de 1936, se ha conservado la introducción de la primera, debida al Abad de Lamarque y, por considerarlo de interés para la pequeña historia de este libro, también se reproducen algunos fragmentos del prólogo de la edición de 1936.
La época de la segunda edición de este libro coincidió con los períodos más duros de la persecución religiosa en Rusia y con las más violentas campañas antirreligiosas y ateas de los comunistas en todo el mundo, e igualmente en esta época los judíos habían pasado de dominados a dominadores, manifestando públicamente en numerosas ocasiones una especie de secreto odio contra los goyms (no judíos). El hecho mismo de que un 80 por ciento de los dirigentes comunistas fueran judíos -en Rusia 459 entre 502, sobresaliendo los más importantes: Marx (Mardochai), Lenin, medio judío (Ulianov), Trotzki (Bronstein), Jagoda (Herschel-Jehuda), Lazarus Mossesohn Kaganowitch, etcétera; Alemania: Rosa Luxemburg, Karl Liebknecht, medio judío, Kurt Eisner, Gustav Landauer, etcétera; Grecia: Abraham Benarogias (Abraham Ben Aron); Rumania: Ana Pauker (Anna Rabinsohn), Iosif Kisinevski (Ioska Broitman), Max Goldstein; Yugoslavia: Moisés Pijade; Hungría: Bela Khun (Khon), Bela Wago (Weis), Matyas Rakosi (Rosenkranz); y en España, aunque no oficialmente comunistas, Alcalá Zamora y Fernando de los Ríos, entre otrosy la situación política mundial en general con el movimiento fascista en marcha o en el poder en diversos países, hizo que el Abad Augusto Romling empezase así su obra :
"Visto el cariz inquietante que los sucesos toman de día en día, bajo la dirección de la judería y su oficina, la francmasonería, hemos creído hacer una buena obra, una obra cristiana, imprimiendo este libro, raro y desaparecido desde hace tiempo de la circulación gracias a los diligentes cuidados de los judíos. Está, sin embargo, de más actualidad que nunca. Aclara con crudeza los solapados y misteriosos asuntos del judaísmo.
"A todo esto se añade el magistral prefacio del Abad Lamarque, que ha consagrado toda una vida de trabajo y abnegación para ilustrar a sus hermanos y para apartar el peligro mortal y destructor que la judería cernía sobre ellos. "En los 48 años que hace de la aparición de esta obra, el judaísmo ha seguido paso a paso los criminales preceptos de la más detestable de las religiones. Echando una mirada retrospectiva, desde aquella fecha uno se espanta al ver cuántas guerras, revoluciones y cuántos monstruosos estragos han producido los judíos a la humanidad en general y al cristianismo en particular.
"Casi todo el gran capital mundial ha pasado a manos de un púñado de banqueros judíos talmudistas, maestros supremos de la francmasonería mundial, que bajo sus directrices llevan toda la política de los Estados hacia la realización de los preceptos del Talmud.
"Todos los medios les son buenos para llegar a la dominación mundial, a la que creen tener derecho desde que le escribió la Biblia. De este modo, todos los acontecimientos precedentes a la revolución rusa estaban enmascarados con una cierta prudencia. Ahora la prensa judía lanza un desafío al mundo glorificándose de sus más espantosos crímenes.
"Desprecia a la cristiandad y la insulta sin pudor. Cuanto más grande es la pasividad de sus víctimas, más grande es su altivez e insolencia. Es una muestra de esto, entre otras miles, el artículo del judío Marcus Elie Ravage, aparecido en la "Century Magazine" de enero de 1928. Escandalosa obra maestra judía, llena de cinismo, de bravatas y de desafío. He aquí algunas líneas escogidas al azar :
"Vosotros no os habéis dado aún la menor cuenta de la enorme culpa que nos es imputable a los judíos. Nosotros somos los intrusos, somos los destructores; nosotros nos hemos apoderado de vuestros bienes, de vuestros ideales y vuestros destinos. Los hemos pateado sin compasión. Somos nosotros la principal causa, no sólo de la última guerra, sino de casi todas vuestras guerras.
"No sólo hemos sido los autores de la revolución rusa, sino también los instigadores de todas las grandes revoluciones de vuestra historia. Nosotros llevamos la desunión y el desorden a vuestra vida privada y pública. Y lo hacemos aún hoy día; nadie puede decir por cuánto tiempo podremos continuar con el engaño.
"¡Quién podría descubrir cual hubiera sido vuestro gran y sublime porvenir si nosotros os hubiésemos dejado en paz. Pero no os dejamos en paz. Os hemos dominado y hemos derribado el bello y majestuoso edificio que vosotros habíais construido... Nosotros hemos derribado vuestro Dios, hemos arrinconado la herencia de vuestra raza y hemos puesto en su lugar a nuestro Dios y nuestras tradiciones. Tomad las tres principales revoluciones de los tiempos modernos: La revolución francesa, la revolución americana y la revolución rusa, ¿es que son otra cosa que una idea judía? , etcétera, etcétera.
"Toda la prensa yiddish, todas las logias judeo-masónicas del mundo daban rienda suelta a su alegría, con verdaderas crisis de histeria, cuando la sangre de los mártires del pueblo ruso se derramaba, mientras que la otra prensa, la prensa mentirosa, débil, vendida a los asesinos y aprovechadores de esta calamidad, bajo el signo del triángulo y el compás masónico, cloroformizaba al mundo con una cobardía que las generaciones futuras no dejarán de juzgar muy severamente; absteniéndose de todo comentario (mientras que el menor incidente judío les inflamaba como la pólvora), dejando hacer cuanto no era para recomendar el restablecimiento de relaciones con estos bandidos y asesinos judíos, cuyas fichas antropométricas se encuentran en todos los archivos policíacos de las grandes ciudades."
A continuación, siguiendo en su estilo de lenguaje apasionado, describe minuciosamente y con detalle los nombres y torturas de verdugos y víctimas, que desde Arzobispos a sacerdotes fueron perseguidos en la Rusia Soviética, explicando la monstruosidad y el sadismo de los líderes del movimiento ruso. Más adelante explica :
"Durante esta época, el judío talmudista Nachamkes, que se convirtió en Steckloff, fue el primer organizador de la prensa bolchevique y se erigió en dictador omnipotente. En toda la organización de la prensa, el judío Nachamkes no admitió más que a un solo no judío: Máximo Gorki. Los demás, sin excepción, son judíos talmúdicos.
"Este Steckloff-Nachamkes fue el promotor del Movimiento sin-Dios. Con su comparsa, el judío Kamkoff (Katz), comisario de prensa, organizó y popularizó las procesiones antirreligiosas que se celebran periódicamente en la Rusia Soviética."
Y sigue después con la descripción de los actos antirreligiosos, cuya transcripción exacta se evita en razón de que pudiera considerarse una ofensa a la Iglesia y a la persona de Jesucristo, pese a que la intención del autor al describirlos es precisamente la contraria.
"Steckloff -dice el abad Romling- ha publicado en varias ediciones de "Pravda" (que él dirige) que el comunismo y el cristianismo no se pueden fusionar bajo ningún pretexto, y que para asegurar el éxito del primero es preciso destruir y hacer desaparecer toda traza de cristianismo en el corazón del pueblo." "La cristiandad debe ser ahogada en un mar de sangre y de horror.
Incendiaremos todas las Iglesias del Universo -se dice en "Bezbojnik" del 5-11-30. En la Unión-Judeo-Soviética este objetivo ya se ha logrado. De los 44.000 sacerdotes de la Iglesia ortodoxa, hoy apenas quedan 1.200. De entre ellos, algunos centenares a lo sumo desempeñan sus funciones. Más de 40.000 de estos sacerdotes, monjes, fueran asesinados, murieron de hambre o perecieron en los campos de trabajos forzados, y sobre los pocos que todavía viven o que desempeñan sus cargos, está constantemente suspendida la espada de Damocles de la deportación, es decir, de la muerte lenta por hambre y frío. Así, más de 150 arzobispos, obispos, archimandritas, metropolitanos, fueron masacrados. En Karkov solamente, se sometió a suplicio a 70 sacerdotes, y violaron a centenares de religiosas."
"Y no hubo ni un solo rabino entre los 40.000 sacerdotes víctimas de los judíos talmudistas. Según "Minsk" del 25-11-30: "No hemos sido nunca objeto de persecuciones por nuestras convicciones religiosas bajo el reino de los soviéticos. Consideramos que es nuestro deber declarar que ni un solo rabino no es, ni ha sido jamás amenazado con la pena de muerte en la URSS, ni con ninguna otra pena severa. Desde la instauración del régimen soviético ningún rabino ha sido fusilado”. Este llamamiento fue firmado por cinco rabinos de la ciudad de Minsk".
Sigue más tarde el Abad Romling explicando y citando textos judíos contra la persona de Cristo, algunos de los cuales fueron prohibidos en Inglaterra debido a las blasfemias, insultos e inmoralidades que contienen.
El Abad Romling, al citarlos, pide excusas a los lectores por imaginar la repugnancia que da, no sólo a un cristiano, sino incluso a un ateo el ver impresas expresiones y descripciones de la mayor bajeza y corrupción, por todo lo cual no se transcriben ahora.
Para terminar, el Abad Romling dice :
"Hay que señalar que cada vez que los judíos atacaron la religión y templos musulmanes o budistas, la reacción fue tan rápida y violenta que los judíos no osaron intentarlo de nuevo.
"Sacerdotes a los que están confiados nuestros mejores hijos: Sabed que el más grande enemigo de la humanidad y de la Cristiandad es EL JUDÍO, sea cual sea la nacionalidad a la que pretenda pertenecer. Documentaos, leed el Talmud y no os dejéis engañar por una prensa corrompida en la que los miembros francmasones están infiltrados hasta en la redacción de los periódicos católicos para sembrar la semilla nefasta; no os dejéis engañar por la falsa sonrisa de los rabinos. Mañana reanudarán sus crímenes si están seguros de no encontrar frente a su criminal acción más que abulia y cobardía.
"Bajo peligro de muerte, los cristianos no pueden dejar de ignorar las leyes talmúdicas".
Después de leídos estos fragmentos del segundo prólogo, a nadie extrañará que esta pequeña obra haya sido objeto de persecuciones y ataques por parte de los líderes judíos. No hay ninguna duda de que el Abad Romling utiliza hasta la saciedad un lenguaje apasionado, pero es ahí precisamente donde reside el interés de esta obra; ambos lados, cristianos y judíos llevan desde el año 1888 (fecha de la primera edición) un enfrentamiento a ultranza por una obra que a muchos parecerá aséptica, pero que en general interesa a todos quienes quieren hacer de jueces, oyendo también a la otra parte.


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