CEDADE - La mujer en la familia


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CEDADE - La mujer en la familia


CONCEPTO DE FAMILIA y MATRIMONIO

Es evidente que la mujer en la familia desempeña un importante papel que no puede dejar de ser tenido en cuenta, ni minimizado. Para nosotros, la familia es la institución social por excelencia; en ella se basa la sociedad y su actuación se proyecta en el contexto social.

La base de la familia la constituye el matrimonio. En el matrimonio encuentran los cónyuges, de modo natural, el mutuo complemento de su capacidad y aptitudes no sólo en el orden físico y material, sino también en el orden moral y espiritual, mucho más importante.
La pareja responsable acude al matrimonio libremente, es decir, sin mediar coacción de ningún tipo, se conoce y se quiere lo suficiente, - y está lo suficientemente formada - como para decidirse a constituir una familia, llevando ello implícito la procreación, educación de los hijos y la ayuda mutua, que son los fines primordiales de todo matrimonio, ya los que debe tender.
Son móviles de tipo espiritual los que deben inducir a la pareja a contraer matrimonio. Ha de dejarse llevar por el amor, la afinidad racial y una cierta afinidad de caracteres y aficiones, y no por motivos materiales, como pueda ser por razón de intereses, por un enamoramiento pasajero, o simplemente por la atracción física, motivos estos perecederos e inconsistentes.
Decimos que la pareja que contrae matrimonio está lo suficientemente madura como para darse perfecta cuenta de que de su unión nacerán hijos a los que habrá que criar y educar. En base a esta madurez y en beneficio de estos hijos, propugnamos el ineludible deber de todos los ciudadanos próximos a contraer matrimonio de someterse a un examen médico completo que les despejará la incógnita de posibles y lamentables nacimientos de seres desgraciados. De la misma manera que para entrar a desempeñar según qué oficios el Estado o la Empresa exigen un reconocimiento médico a los aspirantes, así la pareja debe asegurarse de su estado de salud, ya no sólo en beneficio propio, sino en el de sus hijos, de esos seres inocentes, que, sin culpa ninguna, se encuentran en este mundo teniendo que soportar dolores, malformaciones o taras que hubieran podido evitarse en su mayoría de haberse sometido sus padres a un reconocimiento médico previo.
Constituido el matrimonio en la forma que propugnamos, la familia se asentará sobre una base firme, sobre unos cimientos sólidos y aunque se sucedan incidentes entre la pareja, fruto natural y lógico de la convivencia, el matrimonio no naufragará porque el amor y la comprensión se impondrán a la situación conflictiva.

Como en las diversas facetas de la vida, tanto el hombre como la mujer tienen en la familia una específica misión que cumplir, sin que la actuación de uno supere o sea inferior a la del otro, tratándose simplemente de actividades distintas, pero complementarias.
Hoy día se habla mucho de que la familia está en crisis, y debemos reconocer que, efectivamente son muchas las familias que, por diversas causas no se llevan bien; que en su seno no reina el clima hogareño, de amor y amistad que debe imperar en toda familia bien avenida.
Las causas de las crisis familiares son muchas y variadas y arrancan del origen mismo de la familia. Si se parte de la base de considerar el matrimonio como una institución al servicio del macho, si es tomado como una institución puramente animal que tiende únicamente a la satisfacción de los placeres sexuales; si es tenido únicamente como un sistema idóneo para transmitir la propiedad; o es conceptuado como institución opresiva para la mujer, llegándose incluso a afirmar que “las mujeres no serán liberadas hasta tanto no se liberen de la familia”, es evidente que tanto el matrimonio como la familia han de pasar por un periodo de crisis que los suma en el estado en que ahora se encuentran.
A estas causas hay que añadir la propaganda y publicidad que se hacen en torno a las crisis familiares, fenómeno bastante generalizado hoy día que consiste en no poner ninguna cortapisa tanto para el hombre como para la mujer en pregonar a los cuatro vientos y tendenciosamente el fracaso de su matrimonio, los problemas con los hijos, etc. A estas causas, hemos de agregar la falta de principios morales y éticos que se dan en los cónyuges; para quienes la familia no constituye el fin de su vida sino una obligación más que se han creado y que, siendo una realidad, tienen que afrontarla.
Dentro de la comunidad integral que constituye la familia, tanto el hombre como la mujer tienen funciones específicas. Las sociedades europeas son un ejemplo de cultura patriarcal. Dentro de la familia, la autoridad se la concedemos al padre, no al hombre; es decir, al hombre en tanto en cuanto es padre de familia. Ello no significa que el hombre pueda decidir a su libre albedrío la actuación de la familia, sino que, de común acuerdo con la esposa debe ordenar la conducta a seguir por los hijos.
El hombre, en la familia debe procurar el sustento de su esposa e hijos, siendo él quien debe ausentarse del hogar para trabajar. Sin embargo, si el presupuesto familiar no alcanzara y la mujer por dicho motivo se viese obligada a trabajar fuera de casa, dado que, en este caso tanto el hombre como la mujer realizarían un trabajo remunerado a cuenta de terceros, al reintegrarse de nuevo al hogar, sería misión de ambos realizarlas tareas domésticas, pues ambos lógicamente llegarán cansados de la jornada laboral, debiendo en consecuencia desempeñar conjuntamente los quehaceres domésticos.
Vemos muy claras las funciones que debe realizar fundamentalmente la mujer en la familia. La maternidad es sin duda alguna la función femenina por excelencia, puesto que solo la mujer está capacitada para dar a luz. La maternidad es un acto de creación maravilloso; es el más bello atributo de la mujer y el único que le permite realizarse plenamente. Solo mentes egoístas pueden considerar la maternidad como un obstáculo. El amor que une a la madre y al hijo antes y después del nacimiento es indestructible. La lactancia incrementa, si cabe, esta unión entre ambos. Es muy importante que las madres deseen amamantar a sus hijos, debiendo sentirse muy dichosas de poder hacerlo. Actúa contra natura y es egoísta la madre que, aún antes de dar a luz, opta por no amamantar a su hijo... y ¡cuántos casos conocemos hoy día de madres que, sólo por pensar en sí mismas, ya sea por conservar la línea o por resultarles incómodo, renuncian a este maravilloso don natural para negarles a sus hijos el mejor de los alimentos !

También vemos que dentro del hogar, el papel de la mujer es básico. Lo ideal es que la mujer esté al cuidado de los hijos y de la casa. Otro problema es que, los recursos económicos sean suficientes para que, en la sociedad materialista que nos rodea, la mujer pueda permanecer todo el día al cuidado del hogar. La misión de la mujer en el hogar es importantísima si desempeña su cometido siendo consciente de que su actuación repercute en la sociedad. La idea de ama de casa que apoyamos es la de mujer ideal, la verdadera, la completa; la que como madre sabe señalar el horizonte a la nueva generación; la que, como esposa ha de participar a todos los niveles en el rol social de su marido; la que, en el hogar, debe realizar una labor creadora, original; siendo consciente de la responsabilidad que sobre sí gravita al depender de ella la felicidad de su esposo e hijos; debiendo además disponer de tiempo para cultivar su espíritu. La mujer que así actúa constituye el alma de la familia, es imposible que en su hogar reinen desavenencias, por el contrario, la convivencia entre todos los miembros será pacífica, no habrá peleas entre el matrimonio ni enfrentamientos con los hijos; por este bello ideal es por el que la mujer debe luchar con todas sus fuerzas, es decir, para mantener bien firmes los cimientos de su familia impidiendo por todos los medios su destrucción, ya que destruir la familia significa destruir las estructuras sociales que la forman, los valores que la inspiran, las formas mentales que la justifican, datando dichas estructuras, valores y formas mentales del principio de los tiempos.
La madre de familia numerosa, es muy difícil que pueda dedicar algo de su tiempo a otras tareas que no sean las propias del ama de casa, no obstante, ha de hacer todo lo posible para dedicar su tiempo libre a ocupaciones espirituales, como pueden ser la buena lectura, escuchar música clásica, etc.
La situación de madres trabajadoras que han de compartir su trabajo fuera de casa con el propio del hogar, se sucede repetidamente en las sociedades capitalista y comunista, y hace que se vea como normal que la madre deje a sus hijos en una guardería o colegio la mayor parte del día. En nuestro Estado, la madre de familia numerosa no tendrá necesidad de ganar un sobresueldo mediante la realización de un trabajo extra, porque el propio Estado, consciente de la importante misión que tiene para con sus hijos, subvencionará a las familias numerosas, concediéndoles la ayuda moral y material necesario.
El trabajo de la mujer al cuidado de su casa y de sus hijos no debe socializarse.
La mujer tiene en el hogar, al frente de su familia un importante cometido que desempeñar, más importante que el que pueda desarrollar en cualquier oficina, fábrica o taller, por lo tanto, creemos que lo verdaderamente progresivo es que la mujer, consciente de la gran responsabilidad que sobre ella pesa en la educación de sus hijos y en el mantenimiento de la felicidad conyugal, no ha de exigir que su trabajo sea remunerado ni estar sindicada -aspiraciones reivindicadas por algunos grupos feministas- sino que debe entregarse alegre, decidida y enteramente al desempeño de esta alta misión.


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